• slide-1
  • slide-2
  • slide-3
  • slide-4
  • slide-5
  • slide-6

Tarjeta de visita de Gutiérrez Comunicación

Redes sociales, el detonante de la toma de decisiones democráticas

En el cuadro de arriba, elaborado con los datos recogidos en los Barómetros de Opinión del CIS, podemos observar que nos encontramos ante un preocupante escenario de creciente desafección de la política y, sobre todo, de los políticos. Una de las más graves consecuencias es el aumento que, en líneas generales, está teniendo la abstención en los procesos electorales. En más de una ocasión, el partido ganador es la abstención y esto, sin duda, resta mucha legitimidad a los gobiernos y a las decisiones que toman. La ciudadanía acaba no sintiéndose partícipe de los procesos de decisión, por muy democráticos que sean.

Ante semejantes expectativas, y la normalización del uso de las redes sociales, es lógico que se estén alzando voces a favor del uso generalizado de estas herramientas para mejorar la participación ciudadana y, por ende, la democracia. Sin embargo, frente al siempre conveniente entusiasmo inicial, conviene reflexionar un poco sobre las posibilidades reales que brindan estas herramientas. Luis Arroyo refleja en dos de sus post (“Por qué la revolución no vendrá por twitter” y “Los dictadores ganan la batalla para decepción de los ciberutópicos”) las opiniones de Evgeny Morozov y Malcolm Gladwel al respecto.

Comparto la idea reflejada en los mismos de que los vínculos que se están generando son realmente débiles, en comparación con los que son necesarios para llevar a cabo transformaciones en el mundo real. A día de hoy, estos vínculos fuertes se generan off-line y no on-line. Sin embargo, lo que sí creo que están haciendo las redes sociales es mantener, reforzar y desarrollar esos vínculos creados fuera de ellas.

Las acciones transformadoras requieren decisiones con la suficiente fuerza y ésta, entre otras cosas, viene de la legitimidad dada por la representatividad democrática. Hoy por hoy, con todos sus defectos, la representatividad emanada de las urnas no tiene competencia frente a los movimientos participativos en la red, por mucho que se empeñen sus defensores.

Porque, no hay que olvidar que la democracia es, en última instancia, la toma de una decisión por mayoría. Ni por acuerdo, ni por consenso, sino por confrontación. Eso sí, pacífica. Queda un largo camino para que las redes sociales tengan la suficiente disciplina, compromiso y capacidad de movilización  como para  acercarse a la legitimidad y representatividad obtenida por las urnas.

Sin embargo, cualquier proceso de decisión, debería estar precedido por un proceso de evaluación de opciones y éste, a su vez, por otro de recogida y estructuración de información. Antoni Gutierrez-Rubí habla en su último libro de la “política meditada”. Es muy posible que parte de la desafección política que padecemos, sea producida por haber reducido la democracia a la mera toma de decisiones por mayoría y nos hayamos olvidado del resto; del debate y de la escucha previa. En definitiva, del acuerdo y del consenso, como elementos necesarios para la participación y la cohesión de la ciudadanía.

Es en este punto, donde creo que las redes están aportando su grano de arena a favor de la democracia. Lo que se “cuece” en la red no decide ni debe hacerlo, pero hace decidir. Es un magnífico detector de problemas y de posibles soluciones. Un gobernante sensato debería tomarse un tiempo para evaluar y conocer la dimensión real de lo que aflora y toma cuerpo en ese permanente “brainstorming” que es la red, actuando en consecuencia, de acuerdo a su propia legitimidad (apoyo en las urnas a su persona y a su programa electoral).  Por lo tanto, la red se convierte así en un detonante de la toma de decisiones democráticas y, en consecuencia, en un agente dinamizador de la democracia.

Pero, como toda herramienta, dependerá del uso que se le dé.