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Tarjeta de visita de Gutiérrez Comunicación

Mario Conde y la política 2.0 que viene

Mario Conde presentó la semana pasada una fundación que oficialmente aspira a resolver el principal problema que padece hoy la política en España: su escasa credibilidad e interés entre la ciudadanía. En la práctica, lo que el ex presidente de Banesto está haciendo es poner las bases para presentarse a las elecciones alejado de la tradicional partitocracia. Y creo que hay que prestar especial atención a lo que pueda hacer Conde, porque el momento es el adecuado.

El fue además una de las primeras personas que en España apostó por la política 2.0, en el sentido más marketiniano del término, allá por 2000, cuando se presentó a las elecciones generales con las siglas del CDS. Intentó diferenciarse con una apuesta fuerte por las nuevas tecnologías, pero no logró ninguno de sus objetivos y terminó, además, en esa cárcel que intentaba evitar con un acta de diputado.

Las cosas han cambiado mucho desde entonces. No sólo porque más del 50% de la población española utiliza Internet habitualmente y cerca de un 20% son usuarios de Facebook o Tuenti. La Red está empezando a demostrar su capacidad de penetrar en el coto cerrado de la política, a través de fenómenos más o menos revolucionarios que nunca se habrían producido sin la ayuda de esta potente herramienta de comunicación y, cada día más, de colaboración.

Obama financió su campaña y unió a sus simpatizantes gracias a las redes sociales y especialmente a una creada ex profeso, MyObama.com. Los asaltos al poder que se están produciendo estos días en el norte de Africa son otro ejemplo de cómo Facebook o Twitter se utilizan para canalizar el ansia popular por que la política sea algo participativo y no un coto privado de las elites.

El fenómeno no llegará, obviamente, a España de la misma manera. Nuestros problemas son muy distintos y redes como Tuenti se utilizan más para organizar botellones que revueltas callejeras. Pero al mismo tiempo no se puede obviar el hecho de que los partidos son estructuras que apenas han cambiado en los últimos años y que cuentan con un enorme desprestigio. No cabe duda de que Internet va a forzar una reestructuración del sistema político español, coto cerrado de partitocracias alejadas de la ciudadanía.

¿Cómo va a ocurrir? Desde luego que no en la calle. Pero al igual que los hackers penetran un sistema para modificarlo y adaptarlo a sus gustos, van a surgir partidos cuya máxima aspiración es mejorar el sistema. Uno de ellos podría ser UPD, pero a mi juicio se parece demasiado a las formaciones de toda la vida. Pero Mario Conde bien podría ser uno de esos hackers, si consigue quitarse de encima el maleficio que le echaron precisamente los partidos tradicionales hace ya diez años.

También hay que prestar atención a lo que los programadores y empresarios puedan estar tramando. Desarrollar nuevos productos que faciliten la participación ciudadana está hoy más al alcance que nunca. Si Internet se está cargando los otrora poderosísimos medios de comunicación, ¿alguien duda que no va a hacer lo mismo con los partidos?